domingo, 9 de junio de 2013

Lágrimas de sangre

- ¿Hola? -El pocionero atraviesa la puerta puerta principal tras abrirla, llaves en mano, preguntándose cómo estará Gwendolyn. Pasa a la entrada y cierra la puerta.

- Estoy en el salón... -Le brota un susurro ronco y roto de la garganta. La muchacha sale de su ensimismamiento al escuchar la grave voz de Nefarus y gira la cabeza hacia el vestíbulo de la casa sin fuerzas para levantarse del sofá.

- Gwen... -Es lo único que se aventura a decir. Una sensación parecida a la náusea y cercana al escalofrío le recorre el esófago al escuchar  su tono de voz: algo va mal. Se adentra por el pasillo hasta desembocar en el salón, encogiéndosele el corazón al verla envuelta en la manta, pareciendo tan indefensa y vulnerable. Se sienta a su lado inclinándose despacio, intentando descifrar qué le ocurre.

- Veo que no sólo me has hecho caso, sino que has vuelto antes de tiempo... -Consigue bromear a duras penas. Le hace sitio, intentando recuperar la voz y esbozar una de sus típicas sonrisas, pero en lugar de eso se le dibuja una extraña y amarga expresión en el rostro.

- Te haré feliz siempre que esté en mi mano. -Sonríe aunque sabe que la muchacha no se encuentra bien. Acaricia su mejilla con el dorso de la mano.

- ¿Ha ido... todo bien? -Murmura, refiriéndose a sus actividades de fin de semana fuera de la tienda de pociones. Cierra los ojos al sentir su caricia, luchando por mantener el gesto impasible.

- De eso ya hablaremos, esta vez te toca a ti dejarte ayudar. -Niega con la cabeza, usando un tono calmado, tranquilizador, íntimo.

- No soy capaz... -Vuelve a controlar el impulso de romper a llorar- ... No puedo decirlo en voz alta... -Siente que de así hacerlo, todo lo vivido se hará real, y prefiere seguir creyendo que ha sido una cruel y caprichosa mala jugada de su mente.

- Ven aquí... -Murmura abriendo los brazos hacia ella. A Nefarus no le gusta verla en ese estado: debe de haber sido algo muy grave.

Al ver su disposición, la auror se acerca despacio, asustadiza, y le abraza, temblando ligeramente al hacerlo y sintiendo que necesitaba aquel gesto de cariño desde la noche anterior. Se le escapa un quejido próximo al llanto que consigue acallar rápidamente.

- Gwendolyn, no tenemos que ser siempre de acero... -Susurra el hombre al escuchar su quejido, deseando que al decírselo de nuevo le haga caso. La aferra hacia sí con los brazos firmes pero sin hacerle daño, apoyando la cabeza sobre la suya.

- Mis padres han... se han ido. -Consigue respirar hondo y decirlo, cerrando los ojos. Deja caer una solitaria lágrima, sabiendo que no la puede ver, tan sola como se siente ella en esos momentos.

- Desahógate. -Le aconseja en un susurro sin dejar de abrazarla. Se queda absorto de que no haya llorado ante tal suceso.

La mente le aconseja a la joven que sea racional, que no lo haga, que llore a solas, como ha hecho siempre, pero no puede aguantar más, y con un nuevo y sentido temblor, le abraza con fuerza, apoyando la cabeza en su hombro y dejando que las lágrimas corran de forma silenciosa por sus mejillas.

- Me quedaré contigo todo el tiempo que haga falta, Gwen. -Susurra tras unos silenciosos minutos, acariciando su pelo en silencio.

- No sé cómo agradecerte todo esto... -Se siente reconfortada por aquella calidez, pero no se atreve a dejar que la vea en aquel estado, por lo que no se gira, y se limita a susurrar.
- No tienes que hacerlo. -Deja un casi imperceptible beso sobre su hombro.

- Pero lo hago... -Según se le va pasando la llantina, aún apoyada en él, se seca el agua salada que le resbala por el rostro con el dorso de la mano, separándose para mirarle- Yo tampoco he actuado bien. Y no sé cuáles van a ser las consecuencias. -Deposita un fugaz beso en sus labios.

- ¿Cuáles fueron esos actos? -El oscuro frunce un poco el ceño ante tus palabras, recibiendo el beso sin cerrar los ojos, con una sonrisa amarga por verla así. Sospecha que algo muy malo ha sucedido.

A su vez, ella agacha la cabeza y se acurruca de nuevo en su pecho, hundiendo el rostro en él, sin querer decir nada más, pero decidiendo hablar de lo último que ella misma hizo.

- Quemar un refugio de mortífagos para hacerles salir, enjaular a dos, que por mí podrían morir allí sin alimento... y matar a un tercero. -Se levanta, y sin ser capaz de mirarle a los ojos según enumera los hechos, coge la manta y se tapa con ella para acercarse a la ventana y mirar por ella- Y lo peor de todo es que no me arrepiento.

- Joder, Gwen... -No le horroriza lo que ha hecho, sino el cómo. Se lleva la mano a la mandíbula y se recuesta en el sofá- ¿Y has informado ya? -La mira esperando que la respuesta sea negativa.

- No, pero voy a hacerlo esta noche o mañana. -Continúa mirando a los muggles pasar por la calle a través del cristal.

- Ni se te ocurra decir la verdad, o no toda al menos. -Él se levanta sin acercarse a ella, con las manos apoyadas en la cintura.

- Nefarus, no voy a mentir al Cuartel. Bastante fallo ha sido no notificar lo que estaba ocurriendo con mis padres y querer llevarlo sola. -Se gira, apoyándose en la pared y afirmando la manta sobre ella al notar que se le resbala- Si lo hubiera hecho, tal vez no... -Le sostiene la mirada con un brillo de culpa en ella.

- Eso da igual Gwendolyn. -Alza un poco el tono, comenzando a enfadarse- Puedes matar a los mortífagos que te de la gana, pero no con tal desmesura y sin recapacitar. -Comienza a pasear por el salón- Encima lo contarás y harás que te despidan... Si es que te echan una mano y no te encierran un tiempo. -Reprocha con absoluta dureza.

- Nefarus Siveentön. -Recobra la compostura al notarle enfadado y tenso, utilizando el nombre sólo para llamar su atención- No he utilizado ninguna maldición imperdonable ni la usaré nunca, así que no hay motivo para encerrarme. Y respecto al despido... Está en manos de Harry, pero no por ello voy a hacer que mi conciencia pese aún más de lo que ya lo hace.

- Di que no mataste a ese mago, o que fue en tu defensa. -Insiste con rabia en la mirada- Tu palabra pesará más que cualquier otra.

- Y dejará de tener peso o valor en cuanto mienta. -Se acerca a él, acariciándole la mejilla- No puedes cambiar mi modo de hacer las cosas, igual que yo no puedo cambiar el tuyo... -Traza una lenta línea con la yema de su dedo en su rostro, disfrutando de él con tranquilidad- No tienes que preocuparte, va a ir todo bien. -Suelta la frase más hacia ella misma que hacia él.
Nefarus aprieta la mandíbula malhumorado y aparta la mirada, aguantando las ganas de apartar el rostro de su contacto también.

Al notar su gesto, la chica se aparta de nuevo hacia la ventana, sin poder culparle por su reacción, en silencio.

- No actúas con sensatez, Gwendolyn. -Se esfuerza por mantener a raya un tono hostil que se muere por salirle de la garganta.

- Y no te quito razón. Ayer actué de forma impulsiva y mal. -Replica cansada, cerrando los ojos para dejar de ver la imagen que le muestra la ventana durante unos instantes.

- ¡¿Es que no ves que lo estás volviendo a hacer?! -Pierde momentáneamente la formalidad- Olvida esa maldita tontería del honor.

- Será mejor que me vaya... -Se le encoge el pecho al escuchar cómo alza el tono, sintiéndose incomprendida- ... Necesito estar sola. -Murmura, girándose y dejando la manta sobre el sofá con brusquedad, buscando su mirada antes de echar a caminar hacia la entrada.

El mago resopla y camina con rapidez hacia la entrada antes de que salga, empujando la puerta con su mano para que no la abra.

Ella reacciona dejando escapar un bufido, fatigada y mirando al suelo cuando llega hasta él.

- No tengo ganas de discutir. Es de lo que menos tengo ganas hoy. -Murmura con desgana.

- Entonces nos quedaremos en silencio. -Acerca el rostro al ajeno con expresión severa, pareciendo la sentencia más una orden que una propuesta.

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