Un desapacible y chirriante sonido procedente del dormitorio de matrimonio despierta a Ian, que a su vez despabila a Gwendolyn con sus discordantes aullidos y alarma a April, quien sale al pasillo de la casa para ver de dónde procede el ruido.
- Qué pulmones... Desde luego problemas de salud con ellos no va a tener... -Protesta para sí, entrecerrando los claros ojos y tapándose los oídos para evitar quedarse sorda. La joven se incorpora del sillón, aún manchado de café, donde tomaba una profunda siesta. Con expresión desconcertada, gesto desubicado y pelos de loca, se encamina tambaleante hacia el cuarto principal, dejando a April atrás e indicándole con un gesto de cabeza que no se preocupe por nada.
Ubica el pitido, que procede de su viejo baúl de Hogwarts, situado a los pies de la cama grande. Lo abre y revuelve los libros de todos los años, esparciéndolos por el suelo, hasta dar con el título 'Historia de Hogwarts'. Sin entender nada, cierra de golpe la puerta de la habitación para tener intimidad y abre el tomo, dejando que las yemas de los dedos paseen por las páginas hasta detenerse en la número 9, donde se forma un claro mensaje que acaba por desaparecer.
"Los tiempos vuelven a necesitar una reunión de la antigua Orden. Mañana a las 11:30 de la noche en Grimmauld Place, nº 12. La nota desaparecerá en cuanto la hayas leído, recuerda que ahora eres cómplice del encantamiento fidelius, no hables con nadie de esto."
Esboza una sonrisa, primero atónita, después cómplice y finalmente, triunfal. Echaba de menos la acción, y asumiendo que la reunión va a tratar sobre los aeternos, no puede sino alegrarse de una decisión que sabe a ciencia cierta que proviene directamente del Jefe de Cuartel de Aurores: Harry Potter. Se siente orgullosa de pertenecer a la Orden del Fénix. Ya era hora de reaccionar.
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