martes, 16 de julio de 2013

Todo lo que sube, baja


- ¿Puedo preguntarte algo? -La mujer de cabello oscuro frunce el ceño, recordando su última visita al tabernero. Busca las pupilas del hombre al que quiere, como si ellas fuesen a darle una respuesta sin formular la pregunta.

- Todas las que quieras, las respuestas son otra cosa. -Enarca una ceja y le mira con curiosidad como contestación.

- ¿Por qué bebiste hasta emborracharte? ¿Y por qué... por qué...? -Se queda trabada unos segundos- ¿En qué momento se te ha ocurrido ponerte celoso de Lazarus? -Arquea una ceja al máximo.

- Me emborraché porque había tenido un mal día y tú estabas fuera. Y celo de quien quiero. -Responde serio y conciso.

- ¿Sin motivo? No hay motivo para celarme de él. En realidad, no tienes motivo para celarme de nadie... -Suspira, intentando comprenderle- ¿No ves que no puedo pensar en nadie más? -Confiesa, con la garganta seca.

- ¿Sabes cuándo es mi cumpleaños? Nueve de noviembre, soy escorpio. Celosos de serie. -Explica sin dar su brazo a torcer.

- No creo en el zodiaco... y que yo sepa, los celosos y posesivos son los leo. -Le desafía, mirándole con fijeza.

- Para no creer en él te lo tienes muy aprendidito. -Devuelve la respuesta con tono fiero, pues no le ha gustado un pelo el ataque.

- Se llama cultura general. Soy Ravenclaw. -Contesta con voz gélida pero se acerca a él para calmarle- No lo he dicho de forma ofensiva...

- Me lo tomo a mal porque soy un inculto de cuidado. -Mira a la chica aún con cara de pocos amigos.

- Eres increíble. No me gustan los celos. -Niega con la cabeza a modo de aviso- Pero ni un poquito.

- Bueno, ya sabes por donde está la escalera y la salida. -Inquiere en tono chulesco tan solo por molestar con la cabeza ladeada.

- ¿Nefarus? -Baja el mentón lentamente y le mira por encima a modo de aviso- ¿Estás seguro de lo que estás diciendo? Porque seguramente me veas salir por esa puerta, y tu chulería y orgullo te impidan ir a buscarme... pero me iré.

- No hagas tonterías y quédate. -Le mira en silencio un momento, dejando que solo la música sea lo que inunda la sala.

- No digas tonterías y guarda silencio la próxima vez. -Responde Gwendolyn, malhumorada, reclinándose sobre el respaldo del sofá y quedándose callada a pesar de que le contaría alguna verdad más.

- Venga. -Se gira hacia ella y toma su barbilla para que le mire- No te enfades, ya sabes que chocheo y digo cosas sin sentido.

- Y a pesar de todo... -Levanta los párpados de forma perezosa y deja un evidente "te quiero" en el aire.

- Tengo un irresistible físico que te mantiene a mi lado, lo sé. -Bromea Nefarus, sonriendo un poco en actitud infantil.

- Tu físico me atrae, sí, pero no es lo que más... -Mantiene la vista alzada hacia él en la postura que le ha colocado el rostro, sin percatarse de que bromea.

- ¿El dinero, el arsenal de pociones de abajo y mi habilidad en campos oscuros e íntimos? -Continúa con la broma.

- Admito 'manitas' como uno de tus rasgos, sí... en todos sus sentidos... -Sonríe, siguiéndole el juego, aunque hablando en serio.

- Aunque no desde hace un tiempo... -Se acerca a los rojos labios de la chica mostrando un poco los dientes en una sonrisa.

- Me has esperado más de lo que pensaba... -Le reconoce, descendiendo la mirada a sus labios cuando siente su respiración, tan cercana y tan ardiente. Lleva una mano a su rostro, dibujando con las yemas de los dedos cada una de las líneas que lo forman, suavemente, sin prisa, deleitándose.

- Estoy empezando a comportarme como un adulto. -Las graves palabras se hacen casi inaudibles por el bajo volumen de su voz antes de besarla con suavidad, sin prisas, cerrando los ojos para disfrutar más aún de su particular sabor.

- No dejes de hacerlo... -Extasiada como está, logra que la sentencia abandone su garganta, no sin esfuerzo. Oye de fondo la música sonar, y aunque ayuda a que el momento sea especial, no la escucha, centrándose en los sonidos que proceden de él.

- Vamos... -Sonríe al oír su petición, levantándose del sofá y cogiendo su mano. Señala el dormitorio ladeando la cabeza sonriente.

Gwendolyn le toma de la mano y une ambas como si de una sola se tratase, dejándose llevar por sus pasos.

Al pasar junto al tocadiscos, el pocionero levanta la aguja con la mano libre para que no se quede girando al acabar. Luego, atraviesa la puerta del dormitorio sin encender la luz y apagando la de el salón con un simple movimiento de varita. Una vez a oscuras, guarda la varita y atrae a la joven hacia sí.

- ¿Mejor así? -Pregunta con sigilo, como si de un secreto se tratara.

- Mucho mejor... -Deja que lo único que les observe sea la oscuridad, situando ambas manos en su cadera, y el dedo índice de cada una de ellas por dentro de su pantalón, pegándose a ella y sintiendo su piel por debajo de la ropa.

Nefarus se saca la camiseta tirando hacia arriba de ella y lanzándola después al suelo antes de volver a besarla con detenimiento. La joven, a su vez, se despoja de la ropa que cubre su torso, imitándole y dejando que las manos les lleven al alba, comiéndose la noche.

El pocionero hace uso del tacto para visualizar lo que la oscuridad le arrebata. Camina lentamente en su dirección hasta notar que han llegado al borde de la cama, momento en el que se deshace de los zapatos pisando los talones de estos con los pies.

La muchacha comienza a desabotonarse el pantalón vaquero al notar cómo la madera de la cama choca contra su pantorrilla, pero frena de  forma inmediata al recordar que lleva varios días sin depilarse. Sus pómulos adquieren un color carmín, rojo que asciende hasta sus orejas. Agradece que no haya un solo haz de luz, sin saber qué hacer.

La otra parte interesada no se percata de su gesto a causa de la oscuridad y continúa besándola. La empuja un poco animándola a dejarse caer sobre la cama.

- N-Nefarus... -Tartamudea, sin saber muy bien cómo explicarlo y sin retroceder pero al mismo tiempo, sin ser capaz de mirarle a la cara. Se abandona a su suerte, cayendo de espaldas.

- Shhh. -Sisea él rogando silencio, sin saber lo que le sucede y con los sentidos puestos en lo evidente. Se deja caer sobre ella manteniendo el peso entre las rodillas y las manos, comenzando a besar su despejado cuello.

- Nefarus... que yo no... -Un gemido abandona los labios de la chica, que quedan entreabiertos y a merced del pocionero, quien provoca que por unos momentos se olvide de la causa de su bochorno. Carraspea, tratando de explicarse- ... No me he depilado. -Consigue formar la frase del tirón, llevándose la mano derecha a la cara para ahogar en la palma de la misma el sofoco.

- Pues... -Es lo único coherente que puede decir. Se separa intentando que el cerebro una las palabras que ha oído a destiempo. Cuando lo asimila, se queda sin saber muy bien qué tiene que decir o hacer en esos momentos, ya que es la primera vez que le sucede.

"Por Morgana, Gwendolyn... van muchos días... debes de poder hacer trencitas por ahí abajo... Definitivamente, el trabajo te quita demasiado tiempo..." -El escucharle decir un vocablo tan simple provoca que la rojez se extienda por su cuello, haciéndose a un lado, muda de la vergüenza- "¿Y ahora qué hago...?" -Se pregunta en silencio.

- Escucha... -Nefarus intenta escoger bien sus palabras, sabe que está ruborizada en ese mismo instante, aunque no se vea por la oscuridad- Si a ti te incomoda podemos parar o... Bueno, hay más cosas que se pueden hacer igual de divertidas. -Le quita importancia al tema anteponiendo las relaciones a sus preferencias con respecto al vello corporal.

- Y-yo... -Intenta relajarse, inspirando hondo antes de hablar- ... Una vez te tocó a ti darme placer... hoy me toca a mí...

- Me sabe mal por ti dejar que lo hagas... -Chasquea la lengua al oírla.

Tras unos segundos más, Gwendolyn consigue tomar el control sobre sí misma y posa una mano sobre su pecho, pidiendo girar para cambiar los papeles al tiempo que le silencia con un ligero beso que deposita en sus labios con cuidado, como si fuesen de cristal. Se sienta a horcajadas sobre sus muslos, por debajo de su cintura, llevando los labios a su cuello y dejándolos danzar de forma incansable a lo largo de su torso, mientras con la mano acaricia su ropa interior, deshaciéndose de ella instantes después.

El pocionero se echa a un lado tal y como le pide la mano que la chica le posa sobre el pecho, humedeciendo los labios tras el beso. Su boca queda entrabierta y por ella escapan algunos gemidos casi inaudibles, cerca de ser simples respiraciones.

La auror desciende los labios y la lengua por debajo de su ombligo, entregándose por completo, mientras que con las yemas de los dedos recorre el camino de la felicidad, aquel que enmarca su cintura.

Nefarus nota cómo la piel se le eriza al sentir cómo ella baja por sus oblícuos. Levanta la vista hacia la muchacha pero todo es oscuridad. Lleva una de las manos hasta donde adivina que está su cabeza, intercalando los dedos entre sus cabellos. Mientras que la cintura acompaña los movimientos de labor de Gwendolyn, la mano libre del pocionero se arrastra pesadamente por las sábanas como por inercia.

Al notar el movimiento, la joven asciende la mirada, buscando el azul cristalino de sus ojos, sin dejar de abrazarle por completo con su boca, y aumentando el ritmo para incrementar su presión sanguínea. Con su gozo se siente llena y completa, pues el percibir el placer ajeno le proporciona lo mismo, en igual, o incluso, mayor medida. Continúa trazando mimos por cada pliegue de su piel, cerrando los ojos.

Jadeos y gemidos se atropellan unos a otros siendo cada vez más sonoros. No es exactamente lo que él deseaba, pues ansiaba el contacto de toda la piel ajena contra la propia, pero desde luego, no va a poner pegas a semejante sobrehumano placer. La mano que vaga libre, se aferra a las sábanas cuando nota que el momento se acerca. Es entonces cuando vuelve la cabeza extrañado, pues ha atrapado algo más consistente que sus sábanas pero la oscuridad no le permite dar con la respuesta. Acto seguido, nota como si veinte agujas se clavaran en la parte interior y exterior de su mano. La abre rápidamente y se incorpora.

- ¡Ah, joder! ¡Para, para! -Exclama. Sólo quiere levantarse a encender la maldita luz: adiós a la líbido.

- ¿Qué ocurre? -Inquiere, asustada. Gwendolyn seguía perfilando tibios roces por cada centímetro de su piel cuando escucha su petición, retirándose de forma inmediata al creer que ha sido ella quien le ha dañado- ¿Estás bien? -Frunce el ceño cuando le ve incorporarse con tanta presteza, sin entender nada . Se sienta en la cama.

- ¡JODER! -Exclama cabreado al levantarse con torpeza y la mano dolorida: juraría que está sangrando. Cuando acierta a encender la luz, aprieta los ojos por la molesta claridad y ve entre las sábanas al ahora para él, detestable miniatura de dragón. Se mira la mano que efectivamente sangra aunque mínimamente- Será hijo de...

 - Genial... -Intentando adaptar sus ojos a la luz, sigue la dirección de su mirada y esboza una mueca de desagrado al ver al animal.

- ¡Le voy a meter en un puto caldero! -Grita sin miramientos por las horas ni los vecinos. Se dirige al baño para ver la mordedura.

- Anda que... ¿por qué te ha dejado suelto? Y luego se queja... -Habla con el dragoncito en susurros para no ser escuchada. Observa con gesto sombrío cómo aquello que ha estado ayudando a levantar no tiene ya consistencia alguna, y se dirige al dragón, levantándole de la cola.

- Te juro que como lo vea, lo mato. -Las palabras salen llenas de rabia de su boca: se ha desatado su característico mal pronto. Observa la incisión fina pero profunda de la pequeña mandíbula del dragón al completo sobre la mano y la mete bajo agua en el lavabo.

- Me parece que ya sé de quién has sacado las malas pulgas tú... y encima de color negro y rayas azules... -Por su parte, ella se dedica a observar cómo la cría de dragón pelea por soltarse, dejando que se pose en la palma de su mano- Va a ser verdad eso de que los dragones se parecen a sus amos... -Ignora las quejas de Nefarus, aguantando las cosquillas que le provoca el animal cuando comienza a escalar por su brazo- ¿Estás mejor? -Exclama en voz alta, percatándose de que el animal ha alcanzado su hombro.

- ¡NO! -Exclama totalmente enfurecido desde el baño mientras busca algo que ponerse en la herida.

- La que te espera, bonito... Anda, vete... Mañana estará más calmado. -Suspira, sabiendo que ella estaba más tranquila porque no había estado a punto de alcanzar el cielo. Echa a Anceps de su hombro para que busque cobijo por la casa.

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