viernes, 19 de julio de 2013

Nunca separados: anillo de compromiso

- ¿Hola? -Nefarus se aparece en el interior de la casa de Gwendolyn, pues no se hizo con las llaves antes de marchar a Villa Melancolía.

- ... -Se incorpora de inmediato al escucharle aparecer, acercándose a él despacio y examinándole durante los primeros segundos.

- ¿Qué haces? -Pregunta ceñudo ante su penetrante mirada, que le rodea el cuerpo.

- ¿Que qué...? -Deja que una chispa de ira atraviese sus pupilas- Son las tres, Nefarus... ¡las tres! -Alza un poco la voz, dejando atrás su parálisis inicial- Me dijiste que estarías aquí a las dos. Casi me da algo pensando que te había pasado algo, y... ¿aún me preguntas que qué hago?

- No grites, no vaya a ser que despiertes a los niños. -Ironiza y besa los labios de la joven- ¿Has visto ya el regalo?

- No, porque te estaba esperando. -Arruga la nariz al recibir el roce en los labios, indicándole que no se va a calmar con un beso- Y no me cambies de tema. ¿De dónde vienes?

- De un sitio con muchas risas. Creo que era un circo o algo así. -Me siento en el sofá reacio a contestar y discutir.

- Ajá... Bueno. Espero que te vayas aplicando lo de no faltar cuando quedamos antes de volver a pedírmelo. -Le encara, quedando de pie frente a él- Porque no fui yo quien impuso esa norma.

- Me la he saltado una vez. Así que deja de hacer de sargento y abre el regalo. -Responde con calma y serenidad.

La auror le mira enfurruñada, suspirando y sentándose a su lado, con la caja del regalo en la mano. Asciende la tapa despacio, dejando que sus ojos brillen con los destellos del anillo que le ofrece el envoltorio de terciopelo rojo. Se queda muda ante la visión.

- ¿Un anillo? -Murmura, acercando el dedo índice para trazar las líneas de la joya con la yema del mismo.

- Te dije que tenía explicación. -Levanta la mano derecha, en la que lleva el llamador aeterno en forma de anillo- ¿Te gusta? -Sonríe- Yo tengo alergia a las iglesias y esas tonterías, pero no a un compromiso entre los dos.

"Y tú pensando cosas raras del dichoso anillo... eres idiota, Gwendolyn..." -Le cuesta levantar la mirada del anillo a él, pero lo hace. Cierra los ojos, y visiblemente más calmada que antes, entreabre los labios para acercarlos a los de él, aunque la palabra 'compromiso' le hubiera puesto el vello de punta.

- ¿Te lo pones tú o sigo la tradición y me agacho? -Recibe sus labios en un pausado beso y bromea susurrante.

- Ni se te ocurra... -Se ruboriza sólo de pensar en su propuesta- Pero sí me gustaría que me lo pusieras tú... -Baja la mirada unos segundos más a sus labios tras cortar el beso, sacando el anillo de la caja con cuidado mientras se separa, tendiéndoselo después.

-Esta es la muestra material de mi compromiso contigo y esta relación... -Coge el anillo y posiciona la mano bajo la ajena. La besa y, tras ello, coloca el anillo en su dedo- ... Con saber que lo aceptas, no necesito nada más. -Añade esperando respuesta.

- Claro que lo acepto, Nefarus... -Le dedica una mirada de infinita ternura, ya que no se esperaba aquel gesto. Siente el contacto del anillo sobre la piel, viendo cómo pasa el nudillo de su dedo, pero sin sentirlo como un peso.

- Vamos a dormir... Señora Siveentön. -Bromea sabiendo que no le gustará ni pizca ese añadido de pega a su característico 'compromiso'. Vuelve a besar sus labios como firma final y se levanta sosteniendo la mano de la chica.

- Ni de broma... -Esboza una silenciosa mueca al ver su apellido transformado- ... Me gusta mi apellido. -Protesta, mientras se deja llevar al dormitorio tomada de la mano. Deposita un efímero beso en la comisura de sus labios antes de dejarse caer sobre la cama, donde se desviste arrastrándose cual culebra tras colocar la caja donde se encontraba minutos antes la joya en la mesita de noche. Deja caer la ropa al suelo, quedando sólo en lencería y con el anillo puesto.

- Buenas noches, mi todo. -Susurra el pocionero, desvistiéndose y dejando su impecable ropa doblada como de costumbre. Se tumba a su lado, abrazándola.

- Buenas noches, mi amor. -Con esas palabras se acurruca a su lado, devolviéndole el abrazo y cerrando los ojos para dormir.


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