- ¿Qué maldito número era la maldita habitación? -Habla en voz alta consigo mismo según avanza- Quinientos... -Intenta hacer memoria- Sé de memoria más de 200 pociones, pero no tres dígitos de una habitación de hotel. Perfecto. -Refunfuña- ¿Gwen? -Pregunta cerrando la puerta tras de sí sin moverse del sitio cuando ha alcanzado el dormitorio en cuestión.
Ella dibuja una sonrisa al escuchar aquella voz que tanto ha echado de menos, pero guarda silencio y se mantiene muy quieta.
El pocionero avanza por la habitación en silencio hasta que ve la puerta del baño entreabierta, de donde sale una tenue luz. Abre la puerta muy lentamente y guarda la varita al instante cuando las velas del suelo reflejan sus ojos. Entra confuso y... repara en ella.
- Buenas noches, Nefarus... -Amplía la curva de los labios, marcando dos hoyuelos en las mejillas a causa de la sonrisa.
- Qué bien se te ve, auror... -Me apoyo en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Sonriente, contemplo el redecorado.
- ¿No quieres unirte? -Encoge las rodillas, recogiendo las piernas hacia sí y rodeándolas con los brazos, creando un movimiento en el agua al tiempo que le hace hueco en el jacuzzi.
- Voy a cambiarme, ya que te has puesto bikini no quiero ser yo el maleducado. -Responde riendo por lo bajo mientras sale entrecerrando la puerta. Todo le ha agradado y sorprendido, no sabía que salía con alguien romántica. Deja sobre un sillón su ropa y se pone el bañador. La media luna le cuelga de la larga cadena hasta la mitad de su pecho, pero ya se ha olvidado del riesgo de interrogatorio. Vuelve a entrar en el baño, cogiendo las copas del suelo y sentándose en el borde del jacuzzi.
- Espero que hayas cenado... -Observa sus gestos mientras se mueve hacia un chorro de burbujas sin variar la postura, dejando la espalda a merced de las mismas- ... No me ha dado tiempo a preparar eso también... -Frunce el ceño al reparar en el colgante, ladeando la cabeza para examinarlo a distancia- ¿Qué... es?
- Oh, ¿esto? -Lo coge con la mano libre y le tiende una de las copas poniendo su creatividad a trabajar- ... Me gustó y lo compré.
La auror se acerca a él despacio, arrastrándose por el suelo del jacuzzi sin desconfiar de sus palabras pero extrañada, pues no es hombre de usar alhajas. Coge con la mano derecha la copa por la base de forma despreocupada, centrando su atención en la cadena que pende de su pecho. Ladea la cabeza y extiende el brazo, intentando tocar el colgante con las yemas de los dedos libres.
"Más vale que lo toque ahora delante de mí y no cuando esté durmiendo a escondidas." -Piensa para sí el receptor, bebiendo y quedándose quieto.
- Nunca te había visto con joyas... -Niega con la cabeza, retirando la mano antes de tocar el metal, mientras mueve ligeramente la copa, haciendo oscilar el líquido color sangre de su interior. Desvía la mirada a sus ojos.
- Tampoco queda tan mal, ¿no? -Se levanta para meterse con cuidado en la parte libre del agua.
- No he dicho lo contrario... -La joven parpadea un par de veces, echándose hacia atrás de nuevo para que él pueda introducirse.
- Me he enterado de que hay una mascarada... -Comenta despreocupadamente. Por fin puede mirar esos añorados ojos de nuevo.
- ¿Una mascarada? ¿Dónde? -Enarca una ceja, extrañada. No ha tenido oportunidad de informarse al encontrarse fuera.
- El viernes en Godric's Hollow. Dejaron un folleto en la tienda. -Lleva la copa de vino a sus labios.
- ¿Te apetece ir? -Imita su gesto, dando un pequeño trago al vino, saboreándolo y dejando la marca de los labios en el cristal de la copa.
- Si es de tu mano, sí. -Termina la copa con una sonrisa ladina y la deja de nuevo en el suelo- ¿Has vuelto o marchas de nuevo?
- He vuelto para quedarme... -Asiente sonriente, soplando juguetonamente sobre el vino, haciendo olas en su superficie.
- Todo este tiempo... -Susurra el pocionero sin poder dejar de mirarla- Te he echado de menos. He pensado mucho en ti.
- ¿Qué has pensado... si puedo saber? -Fija las pupilas en esos ojos que parecen sacados de lo más profundo del cielo. Deja la copa propia en el suelo, al lado de la de él, aproximándose y sentándose a horcajadas sobre él.
- En tus labios -Lleva la yema de su pulgar hasta ellos, tocándolos con cuidado- En tu sonrisa, en tu voz... -Susurra sólo para ellos.
- ¿Sabes de qué me he dado cuenta yo? -Cierra los ojos, entreabriendo los labios al notar su tacto y disfrutando de él como si quisiese guardar para siempre lo que se siente. Deposita un suave beso en su dedo pulgar- Nunca he considerado hogar a nada, pero contigo... es como si el hogar fueras tú... -Susurra las palabras de forma entrecortada, dejándolas chocar contra su piel.
Sin poder aguantar más, Nefarus desplaza la mano hacia su nuca para acercarla a él y la besa con más ganas que nunca antes. Sus labios son para él como una dulce nicotina. Sumerge los brazos bajo la burbujeante superficie posando las manos en sus caderas.
Ella nota cómo los músculos de sus piernas se tensan por la acción, apretándole más a la vez que une los labios a los de él, con calma y volviendo a cerrar los ojos, como si el azul de sus pupilas fuese tan frío que quemase. Le muerde lentamente el labio inferior, dejándolo correr por entre sus dientes mientras posa una mano en su pecho, trazando una caricia con las yemas de los dedos desde arriba hacia abajo. Detiene el danzar de los dedos a la altura de su ombligo, mirándole con fijeza e intentando adivinar qué le pasa por la mente.
- ¿Pasa algo? -Pregunta ante su mirada, con la que parece querer atravesarle. La atención del hombre viaja a la trayectoria de sus finos dedos. No sabía que la podía echar tanto en falta, y eso en parte le asusta.
- Me preguntaba qué te rondaba en los pensamientos. -Niega con la cabeza de forma pausada- Estás como... diferente.
- ¿Diferente por qué? -Nefarus ya no sabe si lo dice porque ha percibido el creciente afecto o por la reciente ceremonia que le ha convertido en aeterno- Soy el mismo.
- Te noto más reflexivo que antes... No me malinterpretes... Es algo bueno. -Ladea la cabeza, percatándose de que la mira de forma distinta, más comprometido.
- Porque... -Carraspea un poco- Mis sentimientos hacia ti están madurando... Y consolidándose. -Confiesa.
- Temía que sólo me estuviera ocurriendo a mí... -No puede evitar componer una expresión divertida al escuchar una definición tan larga de un concepto tan simple. Nota cómo un pétalo de rosa se le adhiere a la piel y se lo quita.
- Creo que... -El pocionero se acerca a los labios de la chica sin apartar la mirada- El te quiero se nos va quedando pequeño... -Susurra.
- Hace mucho que se me quedó pequeño... y a veces es más doloroso callarlo... -Le sostiene la mirada intensamente.
- Sin ti acabaría por perder la poca paciencia que me queda -Sonríe con ternura y le da un tibio beso.
- Creo que tienes más paciencia de la que piensas. -Suspira contra él tras terminar el beso- Pero no la ejercitas. -Susurra.
- Ni quiero... -Masculla- Sólo te quiero a ti y nada más. -Vuelve a besarla intensamente y sin control.