Todos los derechos son de (@Niall_Boswell) |
Nefarus la mira con detenimiento sin dejar de caminar y le saca la lengua. Ríe por el ridículo gesto, tan impropio de él.
- ¿Me has sacado la lengua? -Le mira asombrada y se pone delante de él, caminando hacia atrás mientras habla. Finalmente se detiene y ladea la cabeza, carcajeándose incrédula.
- ¿Es que no ves bien? Te estás haciendo demasiado mayor... -Responde él, manteniéndose aparentemente serio.
La mujer sigue riendo y se acerca, alzándose sobre las puntas de los pies para poder abrazarle del cuello.
- Vuelve a sacarla a ver... -Le reta, susurrándole en los labios.
- ¿Para qué? -Pregunta él con una sonrisa pilla. Acerca la nariz a la ajena haciendo que se rocen un instante mientras rodeo su cintura.
- ¿No te atreves a comprobarlo? -Comenta, divertida, bajando las manos a su espalda con lentitud y disfrutando de su cercanía.
El artesano abre los dientes dejando escapar la lengua entre ellos, expectante a la par que entretenido por el inusual momento.
La auror, al ver aquella parte de su cuerpo libre, se la muerde de forma rápida aunque suave, tirando de ella para volver a soltarla, besándole después con cariño. Pasea las uñas por su espalda, jugueteando por encima de su camisa, cerrando los ojos mientras termina el contacto. El beso le parece intenso y penetrante, enmarcado por el pequeño desafío.
- Déjame ver esos ojos claros bajo la penumbra de la noche... -Susurra el comerciante, sonriendo con algo de maldad.
Ella obedece, sube los párpados y clava los vidriosos ojos en los ajenos al escuchar su petición, dejando que brillen al poder observarle de cerca, en silencio.
- Preciosos... -Vuelve a murmurar rompiendo el encantador silencio un instante, sin apartar la mirada, y sin ni siquiera parpadear.
- Los tuyos no son menos... -Le devuelve el piropo, completamente inmóvil. Aquella mirada tenía algo, algo que al principio le intimidaba, y que en esos momentos le atrae de una forma que no logra comprender.
- ¿Volvemos a casa? -Susurra en un tono sinuoso, sin bajar la eléctrica mirada y sin separarse un ápice de ella.
Gwendolyn asiente despacio, tomándole de nuevo de la mano con fuerza, mientras siente como un escalofrío le recorre la espalda en los últimos instantes de esa profunda mirada, más cautiva que nunca. Permite que los grandes brazos de Nefarus se anclen a su cintura y ambos echan a andar de vuelta, juntos y en silencio, a solas con sus pensamientos.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Este es el recibidor lechucil de 'La donna dell' anello bianco'. Deja tu mensaje, prometo no hacerle nada a tu lechuza.