La mañana siguiente después de todo lo acontecido, al llegar al Cuartel General de Aurores, el turno de noche informa a Harry Potter de un aviso: Gwendolyn había encontrado a una chica muerta en la Casa de los Gritos. La noticia le deja helado. ¿Quién sería la muchacha? Saber que habían cometido un asesinato tan cerca de Hogwarts le eriza el vello de la piel. Pero las horas pasaron y no había noticias de la auror, por lo que decide ir personalmente a la vieja casa de Hogsmeade.
Ya de lejos, la Casa de los Gritos le pone los pelos de punta. Demasiados recuerdos caen sobre ella, el más doloroso, la muerte de Snape. Entra y avanza sigilosamente, varita en ristre, pues no sabe qué ha ocurrido ahí dentro, y lo que más teme es que le haya sucedido algo a Gwendolyn.
(Rol en solitario escrito por @harrypotter_89)
Inconsciente, la agente del Ministerio de Magia gira la cabeza con brusquedad de un lado a otro, sin ni siquiera notar que el cabello le golpea la cara a causa del movimiento. Perladas gotas de sudor le recorren el rostro, pero no son suficientes para hacerla despertar del largo letargo en el que se encuentra sumida.
En blanco y negro, una imagen se forma en su mente: avanza por un angosto, oscuro y opaco pasillo, con la varita alzada. Los temblores que sacuden la mano que la sujeta parecen vaticinar algo terrible.
- ¿April? -Cita el nombre de la joven fallecida en sueños, delirios de una realidad constatada- ¿Dónde estás? -Inquiere en voz alta, tratando de ser escuchada. Se ve a sí misma volviendo el rostro tras escuchar un ruido casi imperceptible, un leve susurro. Parece llegar de muy lejos, como si no procediese de aquel lugar.
- "Gwen... Gwen..." -Una voz conocida recita su nombre con voz cantarina, y el lugar comienza da dar vueltas ante sus verdes ojos... ¿o acaso son de un extraño azul las pupilas de su ensoñación?. Mareada, corre tratando de alcanzar el final del corredor, que no parece tener término.
- "Por aquí..." -Sigue las indicaciones de la voz hasta llegar a una estancia apenas iluminada por plateados rayos de luna: la única testigo de aquel momento. Cuando se coloca bajo la sucia y destartalada ventana por la que el satélite se muestra, escucha una malévola risa que le pone la piel de gallina despierta todos y cada uno de sus instintos. Rota sobre sí misma, y lo siguiente que nota es un fuerte dolor en el pecho, donde un haz de luz verde impacta.
¡¡NOOO!! -La identidad de la joven de sus sueños se desvela: no es ella, sino April, su rubia. Arquea la espalda en un gesto de dolor que acompaña al sueño pero no la hace despertar.
Harry Potter, al llegar al salón de la destartalada y vieja casa, siente el sonido de cada paso haciendo gemir a la madera, y se encuentra con una escena sobrecogedora: la mujer está abrazada al pálido y joven cadáver de una muchacha rubia a la que al instante reconoce como April Ross.
Gwendolyn, aún en estado de shock, se mantiene alucinando entre ensoñaciones y murmurando palabras que no se comprenden a primer oído. Ni siquiera el frío del cuerpo que se mantiene a su lado o la gelidez y la dureza del suelo la hacen reaccionar.
Harry se queda inmóvil. Puede dilucidar que Gwendolyn está viva sólo por el suave movimiento de su cuerpo al respirar. Se lleva una mano a la boca, sintiendo un nudo en el pecho mientras mira a la joven fallecida.
- ¡Noooo! -Otro desgarrador grito sale de la garganta de la auror, notando cómo su espalda se curva una vez más pero sin despertar. Una solitaria lágrima rueda por su mejilla, siguiendo el camino de aquellas que ha derramado durante la noche.
Haciendo uso de todo su valor, el Jefe del Cuartel General de Aurores se acerca y agarra a la mujer por los hombros, tirando de ella. Al acercarse más obtiene una imagen más cercana de la muchacha fallecida. En su gesto, el gesto en el que se quedó grabada su muerte, ve el rostro de Cedric, Sirius, Dumbledore, Remus, Tonks, Fred... Trata de atraer a Gwendolyn contra sí.
- ¿Qué...? -Pregunta ella con voz rota, confusa. Abre los ojos de repente al notar cómo es arrastrada. Trata de enfocar la vista hacia quien la mueve para identificar a dicha persona pero no lo logra, aún ida.
Arrodillado junto al joven cuerpo sin vida y sujetando a Gwendolyn entre sus brazos, mira a esta con lágrimas en los ojos. No le dice nada porque sabe que no hay palabras que pueda decirle. Simplemente la abraza, mientras mira a la chica: sus ojos miran a ninguna parte, aquellos ojos que seguramente estarían mirando a su asesino. Extiende la mano para cerrárselos con las yemas de los dedos, cerrando los propios y manteniendo el nudo en la garganta al hacerlo.
La mujer se gira instintivamente hacia el lugar donde su superior extiende el brazo y baja los párpados de inmediato al encontrarse con la imagen de nuevo. Deja escapar un suspiro de dolor y trata de deshacer la presión que siente en el pecho, avergonzada de haber sido hallada en semejante estado.
Harry abraza a Gwendolyn durante unos instantes más. Sabe que no es momento para preguntarle cómo aconteció todo, pero no necesita muchas explicaciones. Ve cerca de la joven la rúbrica y lacre de Lux Aeterna: el reloj roto y la pluma negra.
- Gwen... -Murmura, cogiendo su rostro entre las manos- Tengo que llevármela de aquí... ¿Me oyes?
- La... la vi, Harry. -La receptora asiente despacio haciendo un esfuerzo supremo por no estallar en llanto- Ya se había ido, pero yo la vi... -Siente una punzada en el corazón al recordar que Nefarus intentaba arrastrarla a casa, como si él no percibiese nada. Viendo que no ha regresado, debe de haberla tomado por loca.
- Tranquila, Gwen... -Es consciente de lo que quiere decirle, pues recuerda a sus padres, y el día en que los vio. Vuelve a abrazar su sobrecogido cuerpo.
- ¿Pero por qué? No tiene sentido... ¿P-prince? ¿Puede que haya sido él? -Repara de repente en la pluma y en el reloj, y siente cómo una oleada de odio inmenso crece dentro de ella.
- Han sido ellos, Gwen... -Dice con rabia- Y solo hay un por qué: son unos malditos asesinos. -Masculla entre dientes.
- Pero tiene que haber alguna razón... -Alza por última vez el brazo hacia el cabello de la joven que tantas veces ha acariciado, pero se detiene en el último momento: sabe que ella ya no está allí. En medio de su dolor, trata de buscar la lógica al suceso, sin encontrarlo, aún con la mano alzada y temblorosa.
- Ya tendremos tiempo de buscar un por qué aunque no lo haya. Tú conocías a April. Ya hablaremos de eso...
Gwendolyn traga saliva. No le apetece pensar, sólo meterse debajo se sus sábanas y y no saber de nada ni nadie más. Las mismas sábanas con las que la rubia se había cubierto días atrás.
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