"Abrir los ojos es lo único necesario. El corazón miente y la mente engaña, pero los ojos ven. Mira con los ojos. Escucha con los oídos. Saborea con la boca. Huele con la nariz. Siente con la piel. Y no pienses hasta después, así sabrás la verdad."
sábado, 7 de septiembre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
Sueños que hacen despertar
La mañana siguiente después de todo lo acontecido, al llegar al Cuartel General de Aurores, el turno de noche informa a Harry Potter de un aviso: Gwendolyn había encontrado a una chica muerta en la Casa de los Gritos. La noticia le deja helado. ¿Quién sería la muchacha? Saber que habían cometido un asesinato tan cerca de Hogwarts le eriza el vello de la piel. Pero las horas pasaron y no había noticias de la auror, por lo que decide ir personalmente a la vieja casa de Hogsmeade.
Ya de lejos, la Casa de los Gritos le pone los pelos de punta. Demasiados recuerdos caen sobre ella, el más doloroso, la muerte de Snape. Entra y avanza sigilosamente, varita en ristre, pues no sabe qué ha ocurrido ahí dentro, y lo que más teme es que le haya sucedido algo a Gwendolyn.
(Rol en solitario escrito por @harrypotter_89)
Inconsciente, la agente del Ministerio de Magia gira la cabeza con brusquedad de un lado a otro, sin ni siquiera notar que el cabello le golpea la cara a causa del movimiento. Perladas gotas de sudor le recorren el rostro, pero no son suficientes para hacerla despertar del largo letargo en el que se encuentra sumida.
En blanco y negro, una imagen se forma en su mente: avanza por un angosto, oscuro y opaco pasillo, con la varita alzada. Los temblores que sacuden la mano que la sujeta parecen vaticinar algo terrible.
- ¿April? -Cita el nombre de la joven fallecida en sueños, delirios de una realidad constatada- ¿Dónde estás? -Inquiere en voz alta, tratando de ser escuchada. Se ve a sí misma volviendo el rostro tras escuchar un ruido casi imperceptible, un leve susurro. Parece llegar de muy lejos, como si no procediese de aquel lugar.
- "Gwen... Gwen..." -Una voz conocida recita su nombre con voz cantarina, y el lugar comienza da dar vueltas ante sus verdes ojos... ¿o acaso son de un extraño azul las pupilas de su ensoñación?. Mareada, corre tratando de alcanzar el final del corredor, que no parece tener término.
- "Por aquí..." -Sigue las indicaciones de la voz hasta llegar a una estancia apenas iluminada por plateados rayos de luna: la única testigo de aquel momento. Cuando se coloca bajo la sucia y destartalada ventana por la que el satélite se muestra, escucha una malévola risa que le pone la piel de gallina despierta todos y cada uno de sus instintos. Rota sobre sí misma, y lo siguiente que nota es un fuerte dolor en el pecho, donde un haz de luz verde impacta.
¡¡NOOO!! -La identidad de la joven de sus sueños se desvela: no es ella, sino April, su rubia. Arquea la espalda en un gesto de dolor que acompaña al sueño pero no la hace despertar.
Harry Potter, al llegar al salón de la destartalada y vieja casa, siente el sonido de cada paso haciendo gemir a la madera, y se encuentra con una escena sobrecogedora: la mujer está abrazada al pálido y joven cadáver de una muchacha rubia a la que al instante reconoce como April Ross.
Gwendolyn, aún en estado de shock, se mantiene alucinando entre ensoñaciones y murmurando palabras que no se comprenden a primer oído. Ni siquiera el frío del cuerpo que se mantiene a su lado o la gelidez y la dureza del suelo la hacen reaccionar.
Harry se queda inmóvil. Puede dilucidar que Gwendolyn está viva sólo por el suave movimiento de su cuerpo al respirar. Se lleva una mano a la boca, sintiendo un nudo en el pecho mientras mira a la joven fallecida.
- ¡Noooo! -Otro desgarrador grito sale de la garganta de la auror, notando cómo su espalda se curva una vez más pero sin despertar. Una solitaria lágrima rueda por su mejilla, siguiendo el camino de aquellas que ha derramado durante la noche.
Haciendo uso de todo su valor, el Jefe del Cuartel General de Aurores se acerca y agarra a la mujer por los hombros, tirando de ella. Al acercarse más obtiene una imagen más cercana de la muchacha fallecida. En su gesto, el gesto en el que se quedó grabada su muerte, ve el rostro de Cedric, Sirius, Dumbledore, Remus, Tonks, Fred... Trata de atraer a Gwendolyn contra sí.
- ¿Qué...? -Pregunta ella con voz rota, confusa. Abre los ojos de repente al notar cómo es arrastrada. Trata de enfocar la vista hacia quien la mueve para identificar a dicha persona pero no lo logra, aún ida.
Arrodillado junto al joven cuerpo sin vida y sujetando a Gwendolyn entre sus brazos, mira a esta con lágrimas en los ojos. No le dice nada porque sabe que no hay palabras que pueda decirle. Simplemente la abraza, mientras mira a la chica: sus ojos miran a ninguna parte, aquellos ojos que seguramente estarían mirando a su asesino. Extiende la mano para cerrárselos con las yemas de los dedos, cerrando los propios y manteniendo el nudo en la garganta al hacerlo.
La mujer se gira instintivamente hacia el lugar donde su superior extiende el brazo y baja los párpados de inmediato al encontrarse con la imagen de nuevo. Deja escapar un suspiro de dolor y trata de deshacer la presión que siente en el pecho, avergonzada de haber sido hallada en semejante estado.
Harry abraza a Gwendolyn durante unos instantes más. Sabe que no es momento para preguntarle cómo aconteció todo, pero no necesita muchas explicaciones. Ve cerca de la joven la rúbrica y lacre de Lux Aeterna: el reloj roto y la pluma negra.
- Gwen... -Murmura, cogiendo su rostro entre las manos- Tengo que llevármela de aquí... ¿Me oyes?
- La... la vi, Harry. -La receptora asiente despacio haciendo un esfuerzo supremo por no estallar en llanto- Ya se había ido, pero yo la vi... -Siente una punzada en el corazón al recordar que Nefarus intentaba arrastrarla a casa, como si él no percibiese nada. Viendo que no ha regresado, debe de haberla tomado por loca.
- Tranquila, Gwen... -Es consciente de lo que quiere decirle, pues recuerda a sus padres, y el día en que los vio. Vuelve a abrazar su sobrecogido cuerpo.
- ¿Pero por qué? No tiene sentido... ¿P-prince? ¿Puede que haya sido él? -Repara de repente en la pluma y en el reloj, y siente cómo una oleada de odio inmenso crece dentro de ella.
- Han sido ellos, Gwen... -Dice con rabia- Y solo hay un por qué: son unos malditos asesinos. -Masculla entre dientes.
- Pero tiene que haber alguna razón... -Alza por última vez el brazo hacia el cabello de la joven que tantas veces ha acariciado, pero se detiene en el último momento: sabe que ella ya no está allí. En medio de su dolor, trata de buscar la lógica al suceso, sin encontrarlo, aún con la mano alzada y temblorosa.
- Ya tendremos tiempo de buscar un por qué aunque no lo haya. Tú conocías a April. Ya hablaremos de eso...
Gwendolyn traga saliva. No le apetece pensar, sólo meterse debajo se sus sábanas y y no saber de nada ni nadie más. Las mismas sábanas con las que la rubia se había cubierto días atrás.
El cielo ha ganado un ángel
Tras recibir el urgente patronus de Madame Rosmerta, Gwendolyn realiza una aparición conjunta y lleva a Nefarus con ella directamente al solitario sendero que da a la Casa de los Gritos. Sus ojos buscan desesperadamente a la tabernera en la penumbra: el aviso de que ha visto algo extraño le provoca intranquilidad y no sabe la razón.
- ¿Rosmerta? -Cita su nombre en voz baja, temerosa de que haya alguien más rondando, y avanza por el lugar hacia la puerta principal, varita en mano, preparada. El pocionero a su vez, al ver a Rosmerta salir de entre las sombras, se queda en silencio, pues tan solo espera que de más detalles sobre lo ocurrido para poder volver a casa.
- ¡Gwen! Gracias a Merlín... No sabía a quién acudir... -La cantinera, nerviosa, al oír la voz de la auror, abandona su escondite.
- ¿Qué has visto? -Al escuchar la voz de Romserta, la agente del Ministerio se acerca a ella sin vacilar y con paso rápido. Se le atropellan las palabras en la garganta, como si presintiera que algo no va nada bien.
- Un haz de luz verde proveniente de la casa. ¿Crees que pueder ser...? -La aludida señala hacia la vivienda sin poder terminar la cuestión formulada.
El hombre se adelanta a su pareja en cuanto escucha las palabras de la hostelera y echa a andar, casi correr, hacia la conocida Casa de los Gritos. Da por sentado qué hechizo provocó la luz verde y solo hay una posibilidad: que haya caído alguien de su bando o del lado opuesto.
- ¡Envertestatil! -Gwnedolyn dirige la varita contra Nefarus, tratando de desequilibrarle y hacerle perder ventaja- ¡Rosmerta, pase lo que pase, quédate fuera! -Alza la voz en aquella tétrica escena de verano, alcanzando la puerta. Deja a la tabernera atrás, quien obedece la orden de forma inmediata, y hace caer al suelo a Nefarus, quien tropieza como por arte de magia. Él se levanta y sigue los pasos de Gwendolyn tras sacudirse.
- Alohomora. -Susurra, lanzando una mirada de advertencia y casi desafío al pocionero, como marcando el territorio. Apoya los dedos en la puerta y la empuja despacio, escuchando su chirriar y los propios latidos del corazón. Él saca la varita por si acaso. Mira a todos lados intentando encontrar algo de relevancia. La mujer avanza por el pasillo con la varita levantada, sin atreverse a alumbrar para no delatarles, y cuando llega al salón, la madera resbala por sus dedos y cae al suelo casi rebotando. El brazo cae muerto a su lado, tan inerte como el cuerpo que yace delante delante de ella, alumbrado sólo por los rayos de la luna que se filtran por la ventana que hay a su lado.
- No. -Permanece inmóvil unos instantes para acabar corriendo hacia su amiga, hacia su pupila- ¡April! ¡No! -Se agacha al lado de April Ross y se aferra a su cuerpo sin vida, intentando reanimarlo- ¡¡APRIL!!
El mago guarda la varita en silencio al ver quién ha sufrido las consecuencias de una pluma negra y un reloj roto. Un haz traslúcido sale en ese mismo instante del cuerpo sin mi vida de la joven, invisible para él.
- ¿N-nefarus? ¿Tú lo ves? -La bruja percibe cómo algo la rodea, un ente etéreo de color blanquecino que no sabe describir, y que no sabe si es real. Con la garganta fría a pesar de estar completamente rasgada por los gritos, alza la vista. Ni siquiera repara en la pluma que sostiene la chica entre las manos, o en el reloj de arena que reposa a su lado.
- "¿Que si veo qué?" -La pregunta confunde al hombre, que responde para sus adentros- Vamos fuera Gwendolyn, déjala. -Se acera a ella, tomándola por los hombros, pues sabe de sobra que la muerte de la chica le habrá afectado mucho.
- Gwen… -La forma incorpórea adopta la apariencia de la rubia y antigua estudiante de Hogwarts. No sabe si su mentora es capaz de verla o no, pero sólo quiere decirle que está bien. Prueba a hablar y una dulce y lejana voz se oye, o al menos eso cree.
- April... -Intenta contactar con la repentina aparición, pataleando al sentir que es arrastrada del lugar en contra de su voluntad- ¡Nefarus! ¡Déjame! -Siente un dolor inmenso en el pecho y contiene las lágrimas: no lo quiere creer. No puede creerlo- ¡April! ¿Quién lo hizo? -Los brazos de Nefarus, que habitualmente son una anestesia para ella, en esos instantes no la consuelan. Los sonidos que percibe descosen sus sentidos, sin posibilidad de reparo.
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